
Hace unos días leí en una entrevista a Alex de la Iglesia como él recordaba el Bilbao de su infancia. Iba a la Plaza Nueva a cambiar cromos, comer gambas, y luego a Iturribide a comer pinchos morunos y tigres. Decía Alex que ese era el esquema perfecto de la felicidad. Nunca he sido más feliz como en Iturribide, con mi padre, comiendo pinchos morunos en el Melilla y Fez. Mi cuerpo sufrió un escalofrío al leer los momentos más felices de Alex en Bilbao, escalofrío, seguido de sonrisa y acompañado de un leve cierre de ojos para recordar mejor el recorrido citado, que también era el mío. Y también con mi aita.


- ¿Un duro? , ¿cinco pesetas?
- Aitaaaaaaaaaaaaaaaaa, este niño tiene a Cruyff, pero cuesta cinco pesetas.
- Toma, dale el duro, que te de a Cruyff y nos vamos a comer unas gambas.
Y así, con Cruyff en mi bolsillo, y mi aita con cinco pesetas menos en el suyo, caminábamos hasta el bar Los Fueros a comernos unas gambas a la plancha.
- Una de gambasssssssssssssssssss!!!!!
(Próxima entrega: los pinchos morunos en el Melilla y Fez)
- Aitaaaaaaaaaaaaaaaaa, este niño tiene a Cruyff, pero cuesta cinco pesetas.
- Toma, dale el duro, que te de a Cruyff y nos vamos a comer unas gambas.
Y así, con Cruyff en mi bolsillo, y mi aita con cinco pesetas menos en el suyo, caminábamos hasta el bar Los Fueros a comernos unas gambas a la plancha.
- Una de gambasssssssssssssssssss!!!!!
(Próxima entrega: los pinchos morunos en el Melilla y Fez)
Para que nos hiciéramos idea del valor del cromo deberías decir cuanto costaba poe aquel entonces una de gambas
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